miércoles, 24 de febrero de 2010

Los papeles perdidos de Robert Kincaid (trozo 2)


[...] cumplió lo ofrecido y me trajo una transcripción de ese texto.
No escribiré lo que experimenté al leerlo (quizá lo haga alguna vez, no ahora), pero las fuerzas me alcanzaron para no mencionar mi sospecha de que la autora podía ser Francesca. Después de todo, la esposa de mi amigo se había vuelto muy amiga de una «tal Johnson, de Iowa» (que «cada año hacía una visita a uno de esos puentes»), cuyo esposo era un «granjero con quien tenía dos hijos».
El texto que «la señora Johnson» había transcrito de su diario para la mujer de Jim, decía:

Se me agota la poesía

Me desangro en las ganas de aferrarme a tu cintura y no tenerte
Mis [...] manos aprietan con fuerza sin consuelo la nada
Aprieto la quijada para ahogar el grito de tu nombre
Ese grito que no escuchas
Ese grito que nace desde lo más profundo de mi ser
Desde mis entrañas
Desde ese lugar que no puedo ubicar físicamente

Arranco mi estómago ulcerado por el ácido de tu ausencia
Pero aún dueles, aún estás aquí

Mi corazón agonizante, aún guarda tu esencia
Lo aplasto con la suela de mi bota
Revienta...
Pero sigues doliendo
Sigo sangrando

Corto mi lengua para no desear más tu sabor
La arrojo a la calle para no pronunciar tu nombre

Mi sangre escurre con la lluvia
Tajo a tajo voy cortando mi piel
Voy arrancando el cáncer de tu recuerdo

Quizá solamente muerta, mi piel deje de anhelar tu calor
Quizá solo así, despedazada en mil partes
Pueda olvidar el dolor que es existir sin tu talle
En mis labios...

2 comentarios:

El Perro dijo...

La película y el libro me fascinan, la historia en sí, el tener y no tener al mismo tiempo. Gracias por pasar por mi espacio.

Pirata de Mar y Cielo dijo...

El doble de gracias para ti ;)